escribí lo siguiente
VIII.
No sé si he actuado bien
dándoles todo mi dinero, agobiándome inútilmente
en un remoto punto negro
encima de las Torres de Limatambo,
un sábado a la noche sin nada de gloria.
No sé si he actuado bien
contándolo todo
vomitando palabras y expresiones
que tienen que ver
sólo conmigo.
Quiero despertar
y olvidarme para siempre
de la manera con la que te fuiste
sin decir una palabra
y actuando como si no te importara.
Y eso es tan propio en
mí. Como si nada fuera lo suficientemente importante.
No quiero que te dignes a volver
solo por pena o por soledad.
No quiero olvidarme
de que es verano
de que partimos hacia lugares distintos. Que no
nos importamos.
Que no importa cuánto nos lleguemos a querer
nunca va a ser suficiente.
IX.
Pero qué horrible es todo esto
qué horrible es escribir
y hablar todo el tiempo de lo mismo.
Es horrible
y es frustrante
despertar todos los días.
Es odiosamente malo ver televisión
la luz fluorescente y el alcohol,
es muy malo dormir a las tres de la mañana
y despertar agitado pensando en que
ya te moriste -y te duele mucho el tórax,
y has inhalado pintura, o te caíste de cabeza por una pendiente
resbalando.
Y has dormido y has
estando despierto, alucinando
y has pensado muchas veces en lo mismo.
Estás cansado de escribir
y no te sobran las ideas
Piensas en esa chica
que te dejó
y piensas por igual en tu pasado.
Has huido de tu compromiso
como ser humano,
intentaste mantenerte alejado de todos.
Y ahora, que te diste cuenta
que tus palabras y tus actos, solo te llevaron
a una decadencia adolescente,
y te das cuenta que nada sirvió para nada.
El camión de la basura ya pasó
y tu te quedaste como un completo idota
esperando entrar.
X. Credo
Creo en el valor inmaterial de los libros
creo en el amor desenfrenado a los dieciséis años
creo en la literatura
en el río místico que arrastran las palabras
creo en mis propias ideas
en el ideal perpetuo en mi cabeza.
Creo en la entrega total de mi vida,
y creo en mí
y en mis amigos.
Creo en el bienestar total de mi familia
pero adoro el desenfreno acabado
que me lleva a ningún lugar.
Creo en el ser humano
que se esconde detrás de estos pesares.
Creo en la Santa Religión
de Mis Hermanos.
Creo en el deicidio,
en la pared vencedora de un chico acabado
que luchó como David y Goliat
ante un gigante tatuado.
Yo creía en el amor apurado, yo
leí a Ginsberg, yo comenté tal cosa,
yo cené agua mineral
y me quedé hasta tarde escribiendo.
Yo creo en la inmortalidad de los grandes maestros,
creo en el traspasar de las décadas
y montañas.
Yo alucino un monstruo demente
escondido detrás de mi almohada.
Yo creo en los amigos
y alguna vez confesé sentir un amor desenfrenado.
Yo creo en todo eso y
no voy a misa los domingos, tengo un temor
horrible a casarme
y tener muchos hijos.
Tengo un temor horrible de explicarles
que ya no existe más Dios.
XI. Seis del dos
Ningún poema me convence
escribo pura mierda
he retrocedido mil años
y solo espero poder dormir.
Quiero beber agua mineral hasta lograr
empozar otra vez en mí
todo lo que ofrecí a cambio de nada.
Tengo miedo
de llamar a la policía y pedirles que me arresten.
Tengo miedo de confesar un asesinato
cometido hace años
o vender drogas en el
jirón de la Unión.
Odio la dramatización efectista
de mis actos.
Dios, qué poemas
tan horribles.
Espero estar listo cuando se acabe
el agua mineral, espero estar listo
cuando me quede por fin ensimismado
absolutamente solo.
No sé si he actuado bien
dándoles todo mi dinero, agobiándome inútilmente
en un remoto punto negro
encima de las Torres de Limatambo,
un sábado a la noche sin nada de gloria.
No sé si he actuado bien
contándolo todo
vomitando palabras y expresiones
que tienen que ver
sólo conmigo.
Quiero despertar
y olvidarme para siempre
de la manera con la que te fuiste
sin decir una palabra
y actuando como si no te importara.
Y eso es tan propio en
mí. Como si nada fuera lo suficientemente importante.
No quiero que te dignes a volver
solo por pena o por soledad.
No quiero olvidarme
de que es verano
de que partimos hacia lugares distintos. Que no
nos importamos.
Que no importa cuánto nos lleguemos a querer
nunca va a ser suficiente.
IX.
Pero qué horrible es todo esto
qué horrible es escribir
y hablar todo el tiempo de lo mismo.
Es horrible
y es frustrante
despertar todos los días.
Es odiosamente malo ver televisión
la luz fluorescente y el alcohol,
es muy malo dormir a las tres de la mañana
y despertar agitado pensando en que
ya te moriste -y te duele mucho el tórax,
y has inhalado pintura, o te caíste de cabeza por una pendiente
resbalando.
Y has dormido y has
estando despierto, alucinando
y has pensado muchas veces en lo mismo.
Estás cansado de escribir
y no te sobran las ideas
Piensas en esa chica
que te dejó
y piensas por igual en tu pasado.
Has huido de tu compromiso
como ser humano,
intentaste mantenerte alejado de todos.
Y ahora, que te diste cuenta
que tus palabras y tus actos, solo te llevaron
a una decadencia adolescente,
y te das cuenta que nada sirvió para nada.
El camión de la basura ya pasó
y tu te quedaste como un completo idota
esperando entrar.
X. Credo
Creo en el valor inmaterial de los libros
creo en el amor desenfrenado a los dieciséis años
creo en la literatura
en el río místico que arrastran las palabras
creo en mis propias ideas
en el ideal perpetuo en mi cabeza.
Creo en la entrega total de mi vida,
y creo en mí
y en mis amigos.
Creo en el bienestar total de mi familia
pero adoro el desenfreno acabado
que me lleva a ningún lugar.
Creo en el ser humano
que se esconde detrás de estos pesares.
Creo en la Santa Religión
de Mis Hermanos.
Creo en el deicidio,
en la pared vencedora de un chico acabado
que luchó como David y Goliat
ante un gigante tatuado.
Yo creía en el amor apurado, yo
leí a Ginsberg, yo comenté tal cosa,
yo cené agua mineral
y me quedé hasta tarde escribiendo.
Yo creo en la inmortalidad de los grandes maestros,
creo en el traspasar de las décadas
y montañas.
Yo alucino un monstruo demente
escondido detrás de mi almohada.
Yo creo en los amigos
y alguna vez confesé sentir un amor desenfrenado.
Yo creo en todo eso y
no voy a misa los domingos, tengo un temor
horrible a casarme
y tener muchos hijos.
Tengo un temor horrible de explicarles
que ya no existe más Dios.
XI. Seis del dos
Ningún poema me convence
escribo pura mierda
he retrocedido mil años
y solo espero poder dormir.
Quiero beber agua mineral hasta lograr
empozar otra vez en mí
todo lo que ofrecí a cambio de nada.
Tengo miedo
de llamar a la policía y pedirles que me arresten.
Tengo miedo de confesar un asesinato
cometido hace años
o vender drogas en el
jirón de la Unión.
Odio la dramatización efectista
de mis actos.
Dios, qué poemas
tan horribles.
Espero estar listo cuando se acabe
el agua mineral, espero estar listo
cuando me quede por fin ensimismado
absolutamente solo.
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